Hace algunos años en la televisión Argentina pareció en escena una nueva fauna, los mediáticos, un elenco de personajes caricaturescos que llegaron para llenar un especio dejado por las ideas y el buen gusto.
Los mediáticos se fueron abonando automáticamente, ya que para los productores, siempre fue más barato estos sujetos que poner en pantalla personas con algo más que una desmedida afección por las cámaras y la fama.
Como los malos ejemplos cunden indefectiblemente, los políticos también comenzaron a imitar a esos programas. Muy lejos en el tiempo quedaron los entornos ilustres, o los asesores capaces de escribir sujeto verbo y predicado. Esos espacios comenzaron a llenarse con personajes que nada aportan a la vida institucional.
El ámbito más propicio para el florecimiento de esta fauna son los cuerpos parlamentarios, allí pueden esconderse más fácil en la multitud. Un elefante se esconde en medio de una manada de elefantes.
Los políticos vernáculos no son la excepción a esta regla, aunque hay algunos que se pasan de rosca en estas cuestiones.
Recorrer los pasillos de la casa de piedra es una experiencia fascinante, con solo sentarse en el hall central, se puede ver transitar a infinidad de persianas que nadie sabe para qué están, en realidad ni ellos mismos saben qué hacen allí.
En la casa de piedra hay algunos sitios mucho más interesantes que otros, y como siempre uno que sobresale. En la legislatura jujeña, la fauna de mediáticos tiene su máxima expresión en el despacho del vicegobernador Carlos Haquim.
El voluminoso presidente del parlamento local, apoyó sus asentaderas en el sillón en el sillón principal de la casa y comenzó a designar de manera frenética a una verdadera fauna mediática, para colmo cada uno de ellos con veleidades conspirativas.
El elenco mediático de Haquim tiene dos personajes emblemáticos, Lilo Quinatar y El Mataco Iturbe, ambos encargados de llevar adelante cualquier complot en contra de Gerardo Morales y el partido que hace las veces de socio mayoritario de Cambia Jujuy.
El Bonafide ubicado en Ciudad de Nieva es el sitio elegido por los intrigantes para elucubrar extrañas alquimias en contra de los socios políticos que indefectiblemente terminan perjudicando a Carlos Haquim, ya que estas conchabanzas se caracterizan por su precariedad y falta de estilo. Tanto Iturbe como Quintar tienen una virtud en común, hablan más rápido de lo que piensan.
Algunos memoriosos recordarán Zap, el programa televisivo que por el 2002 se emitía por la señal de Canal 9 de Buenos Aires y era conducido por el caricaturesco Marcelo Polino. Fue justamente allí donde los mediáticos comenzaron a tomar relevancia, Guido Süller, su hermana Silvia y Tomasito eran los personajes estelares, pero venciendo hasta la propia ley de gravedad, cada tarde asomaban nuevos protagonistas que doblaban la apuesta del mal gusto.
Haquim al parecer no quiere ser menos que Polino, y a la dupla Lilo - Mataco, ahora le suma un personaje más bizarro.
Fue en FM Transámerica donde se realizó el anuncio formal, Dago Pubzolu anunció su incorporación a las huestes de Sergio Massa y de Carlos Haquim.
Pubzolu es el autor material e intelectual de haber logrado que el partido del Presidente Macri no haya logrado ni siquiera una concejalía en la provincia.
Llevó a PRO a su mínima expresión, inclusive los capangas del partido del presidente se vieron en la obligación de intervenir el PRO en nuestra provincia.
Como si esto fuera poco, el ahora asesor de Haquim tiene en sus espaldas una demanda penal por administración fraudulenta y balance falso, en perjuicio de la Caja de Abogados de la provincia.
Este denuncia fue promovida por Mario Rodolfo Mallagray, actual presidente de la Caja de Abogados, y radicada en la Fiscalía de Investigación 7, a cargo Dario Osinaga, que luego realizó la imputación. En esta causa también esta involucrada la titular del INADI local, Flavia Castro.
Con esta última incorporación, Haquim tiene su propio Zap, aunque las expectativas siguen estando abiertas para conocer cuáles serán las nuevas incorporaciones.
El libro de pases sigue abierto.