Guerras intestinas en el núcleo duro de Haquim

A seis meses de haber llegado al poder, el Vicegobernador de la provincia, Carlos Haquim, parece no haber encontrado el rumbo, absolutamente desdibujado en la gestión y una dubitativa presencia política son las características más sobresalientes al frente de la legislatura.



Durante la campaña, Haquim prometía mucho más, se presentó ante los jujeños como un hombre de acción, capaz de ponerse un aletargado gabinete al hombro y constituirse en el principal escudero de Gerardo Morales.
Nada de esto pasó, desde el 10 de diciembre puso su mirada en el Partido Justicialista y a los saltos llegó a ocupar la presidencia rodeado de infinidad de escándalos que prometen continuar.
Macartista como pocos, Haquim pretendió unificar el peronismo en torno a su figura, obviamente no solo que no lo logró, sino que su cometido se va convirtiendo cada ves más en una quimera.
Las exequias de fellnerismo aún resiste estoicamente en los escaños parlamentarios y en una envidiable capacidad de rosca de Eduardo Alfredo, que en la Capital Federal hace gala de ser un sobreviviente nato.
A los problemas que tiene Haquim para lograr alinear al peronismo, ahora se le suma otro de singular envergadura, la feroz interna desatada dentro de su propia parroquia.
La interna gira alrededor de las futuras candidaturas nacionales, aunque aún falta definir es esquema político de 2017, el haquinismo se está midiendo los trajes.
La furia se desato por la candidatura a senador nacional, el primero en levantar la mano y argumentar que las bases claman por su nominación fue Marcelo Nasif, un ignoto legislador provincial adicto a las fotos y a los micrófonos y muy poco amigo del trabajo parlamentario.

Carlos Nasif

Mientras tanto, en el Bonafide de Ciudad de Nieva, el inefable Lilo Quintar, vociferaba ante atónitos comensales que a él le correspondía la candidatura al patricio cuerpo parlamentario nacional.
Quintar con actitudes que se asemejan a la de un vendedor de autos usados que a la de un dirigente político, ocupa su tiempo en esmerilar al gobierno de Morales, es el encargado de realizar frondosas operaciones políticas de poca monta, siempre por orden y cuenta del propio Carlos Haquim.
Todas estas operaciones política que tienen como principal víctima al gobierno de Gerardo Morales, muchas veces pretenden sostenerse en mensajes mediáticos, que no logran sostenerse ni media hora por su propia torpeza. Se caen por delirantes y por no encontrar respuesta en sus supuestos adversarios.


Haquim y su tropa debaten en soledad una interna contra el gobierno de Morales, pero ahora la interna está en su propio seno, todo tan desopilante como el propio haquinismo.